El desarrollo
humano está influenciado tanto por factores genéticos, como por factores
ambientales. La interacción dinámica y continua entre la biología y la
experiencia va permitiendo que el sistema nervioso y el cerebro se dejen
modular por los estímulos del ambiente, los cuales están inmersos en las
experiencias que viven los niños y niñas desde temprana edad.
Por otro lado, está el ambiente, con
diferentes experiencias y estímulos, que igualmente influirá en el proceso de
neurodesarrollo, al aportar al plan genético inicial los componentes necesarios
para construir la arquitectura cerebral. Asimismo, el ambiente infl uirá en el
comportamiento, en el aprendizaje y desarrollo de habilidades y en un número
muy alto de factores claves para el desarrollo infantil, entre ellos, en la
forma en que se expresarán los genes o se cablearán determinados circuitos
neurales.
Actualmente,
ya no discutimos si es la herencia genética, o es el ambiente el que más influye en el desarrollo infantil (y en el desarrollo cerebral): tenemos evidencia
científica que ambos factores influyen. Lo que se discute en este momento, y
que merece especial atención, está relacionado con las acciones concretas que
se deben tomar para propiciar mejores oportunidades de desarrollo a nuestros
niños y niñas, o sea, qué implicancia tiene para los programas de desarrollo
infantil temprano la interacción entre herencia y ambiente.

plasticidad cerebral, los periodos sensibles en el desarrollo cerebral temprano y la importancia de las experiencias
El cerebro
se deja modelar porque gracias a un espectacular fenómeno que se denomina
neuroplasticidad, el sistema nervioso, el cerebro y sus células nerviosas – las
neuronas - pueden responder a estímulos intrínsecos y extrínsecos,
reorganizarse (estructuralmente, funcionalmente y a nivel de conectividad),
formando nuevas conexiones, respondiendo a traumatismos, lesiones, enfermedades
u otros factores que impactan desde del ambiente. Es por esta plasticidad del
cerebro que logramos adquirir habilidades que vinieron con un potencial
genético para desarrollarse, como es el caso del lenguaje oral por ejemplo,
pero que necesitan de los estímulos provenientes del ambiente para que a través
de experiencias adecuadas finalmente se desarrollen. Estas experiencias las
podemos entender como la forma de interacción de una persona con su ambiente,
las cuales empiezan en el vientre materno, el primer entorno que tenemos como
seres humanos. Por otro lado, la plasticidad del cerebro
va permitir también que las experiencias individuales construyan nuevos
circuitos y aumente la eficacia de conexiones existentes, resultando en
aprendizajes más específicos, vinculados a las experiencias propias de un
individuo, inmerso en su cultura (como es el caso de lectura, por ejemplo).
Este tipo de plasticidad, conocida como plasticidad dependiente de la
experiencia, ocurre durante toda la vida, y permite que el ser humano se vaya
desarrollando de una forma extraordinaria, y adaptándose a nuevos contextos
personales, sociales y culturales.
Salud, nutrición y sueño
Desde
antes del nacimiento, en el vientre materno, los primeros esbozos de una vida
saludable empiezan a diseñarse. Como sabemos, la calidad de la salud de la
madre va a influir en la salud y en el desarrollo de su hijo. Es en este
momento que cobra sentido un programa preventivo para el buen comienzo de la
vida de un niño o niña. El cerebro
sigue creciendo y desarrollándose después del nacimiento. Las experiencias, los
estímulos, las exigencias y desafíos crean nuevas conexiones neurales,
refuerzan las existentes, fortalecen y construyen los nuevos circuitos. En este
sentido, es importante informar a las madres gestantes sobre el impacto de los
ambientes y experiencias que generan estrés tóxico, informarles de las
consecuencias del maltrato, de la falta de atención y de la negligencia, y como
estos factores pueden alterar el desarrollo cerebral de su bebé. Además, es
necesario motivarla a la interacción cara-cara con su bebé, a que planifique
y viva espontáneamente experiencias de vínculo y apego, que le hable, le cante,
le haga caricias.

HIERRO:
déficits en hierro conllevan a problemas en la concentra-ción y la disminución
de la memoria. Además, trastornos de atención e hiperactividad se acompañan
frecuentemente con niveles de hierro de depósitos bajos. Afecta el
crecimiento y el desenvolvimiento cerebral.
ZINC:
la deficiencia de Zinc puede alterar el desarrollo cognitivo por disminución
de atención y actividad motora.
YODO:
la deficiencia conlleva a un retraso del crecimiento y de la función mental. Se
observa además, bajo rendimiento escolar.
VITAMINA
A: juega un papel en memoria, en el aprendizaje y en el mantenimiento de la
visión
Una buena alimentación, con una nutrición
adecuada se relaciona tanto con los alimentos esenciales para la salud y el
desarrollo infantil, en la dosis apropiada, como con la educación alimentaria,
puesto que no todo de lo que se alimentan los niños y niñas es bueno para su
salud y su cerebro, como por ejemplo, alimentos con alto nivel de azúcar refinado, las grasas saturadas que se encuentran en las frituras, los aditivos
químicos como colorantes, preservantes, aromatizantes de las golosinas.
la
cantidad de sueño estará relacionada a las necesidades individuales de cada
niño y niña. En las investigaciones acerca del sueño, se pueden llegar a
algunas conclusiones con relación al número de horas de sueño (entre sueño
nocturno y siestas) durante las 24 horas del día, que no son una regla sino
unos lineamientos de referencia:
Niños y niñas entre 6 y 12 meses: 14 a 15
horas de sueño por día, con dos o tres siestas por la mañana y tarde;
Niños
y niñas entre 1 y 2 años de edad: de 12 a 14 horas de sueño por día, con dos
siestas por la mañana y tarde.
Niños y niñas de 3 a 6 años: de 10 a 12 horas de
sueño por día. Los más pequeños con una siesta, normalmente por la tarde, y los
mayores de 4 años van perdiendo la necesidad de siesta.

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